jueves, 13 de septiembre de 2007

¿Por qué tiene el gallo una cresta colorada?

¿Por qué tiene el gallo una cresta colorada?
Cuento anómino israelí
Adaptacion de Miri Baruj
Traduccion del hebreo: Perla Felman

Hace muchos años no existian los relojes. La gente se despertaba con la salida del sol, y se iba a dormir cuando el sol se ponía. Nadie sabía qué hora era, y en realidad este dato carecía de importancia.
La gente alcanzaba a realizar todas las tareas entre la salida y la puesta del sol. Lo mismo ocurría con los animales. También ellos se despertaban con la salida del sol y se acostaban a dormir cuando el sol se ponía.
El gallo era diferente a todos. Se despertaba al fin de la noche, cuando todavía no brillaba el sol. Simplemente, le gustaba dormir menos que a los demás. Con la primera luz, el gallo comenzaba a cantar, invocando al sol que envíe más rayos de luz para que llegue la mañana.
—Yo soy el que llamo al sol —decía el gallo pleno de orgullo.
Él se sentía el rey del día, el que ilumina el mundo. Con la cabeza levantada e hinchado de orgullo, daba vueltas por la granja y todos los animales lo respetaban mucho. Ellos estaban convencidos que sin el canto del gallo, el sol no saldría. Pero el gallo orgulloso no se conformó con el honor que le daban los demás y el honor de si mismo. Él quería más honor, y pensó que más puede hacer, para lograrlo.
Pensó y halló la respuesta.
Una tarde se trepó a un cerco de la granja y anunció:
—Escuchen todos, de pequeños a grandes, mañana por la mañana no pienso cantar. Y, por lo tanto, el sol no se habrá de asomar.
Todos los animales se asustaron de las palabras del gallo. ¿Qué ocurrirá? ¿La oscuridad reinará sin parar? ¿Cuándo trabajaremos? ¿Cuándo nos iremos a dormir? Como nos reconoceremos unos a los otros?
Fueron a rogarle al gallo y le pidieron que no los castigue, que siga despertando al sol como todos los días, pero el gallo testarudo no se dejo convencer y les dijo:
—Esta es mi decisión y no la cambiaré.
Los animales bajaron la cabeza, y se retiraron tristes a sus casas. El perro a su casucha, la vaca al establo, las gallinas al gallinero, el pajaro al nido, la abeja a la colmena y la paloma al palomar.
Todos estaban muy asustados. ¿Qué va a pasar si el sol no sale? Se fueron a sus casas, cerraron las puertas y persianas y se acostaron a dormir.
Transcurrió la noche y llegó la mañana. Todos se despertaron, pero no salieron de sus casas. Se sentaron tristes y esperaron. Ni siquiera se animaron a acercarse a la ventana, porque temían a la oscuridad, y solo pensaban en el malvado del gallo que los dejó tan asustados.
De pronto, cuando ya no creían que la oscuridad se terminaría alguna vez, escucharon la voz de un niño pequeño que decía:
—¡Buen día!.
Todos miraron para afuera, y ¡oh, qué maravilla! Había luz afuera. Todos abrieron la puerta y salieron. El perro salió de su casucha, la vaca del establo, la gallina del gallinero, el pajaro del nido, la abeja de la colmena y la paloma del palomar.
El niño salió a alimentar a los animales y todos se alegraron y dijeron:
—El gallo no cantó, y el sol brilló por sí mismo. ¡Buen día! ¡Buen día!
La alegría de todos los animales era intensa. Todos se concentraron en la granja muy felices, y se calentaron bajo el sol. Solo el gallo no vino a la cita.
Durante tres días se escondió en el gallinero. Cuando salíó finalmente afuera, su cresta se tiñó de colorado, de tanta verguenza.
Y desde aquel día tiene el gallo una cresta colorada.

No hay comentarios: